Era un día lluvioso y gris. De pronto, me encontré a una niña apenas cubierta con un vestido todo roto, tiritando de hambre y de frío. Me encolericé y le reclamé a Dios:
"¿Cómo es posible Señor, que habiendo tanta gente que vive en la riqueza, permitas que esta niña sufra hambre y frío? ¿Cómo es posible que te quedes ahí tan tranquilo, indiferente ante tanta injusticia, sin hacer nada?“
Después de un largo silencio, sentí la voz de Dios que me contestaba:
“¡Claro que he hecho algo! ¡Te hice a ti! "
Cuando naces en un mundo donde no encajas, es porque has nacido para ayudar a crear uno nuevo.
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