La rana y el mar
En tu vida se van dando posibilidades de cambiar para bien. Conviene que te detengas, evalúes con precaución las ventajas, y tomes decisiones sabias y prudentes, porque ésa es la forma normal de progresar. No caigas en el error de desechar todo cambio por principio; ni tampoco en el otro extremo, de creer que toda novedad es mejor. Aquí tienes una fábula sobre el tema.
He aquí una rana que había vivido siempre en un mísero y estrecho pozo, donde había nacido y habría de morir. Pasó cerca de allí otra rana que había vivido siempre junto al mar. Tropezó y se cayó en el pozo. -¿De dónde vienes? –preguntó la rana del pozo. -Del mar. -¿Es grande el mar? -Extraordinariamente grande, inmenso. La rana del pozo se quedó unos momentos muy pensativa y luego preguntó: -¿Es el mar tan grande como mi pozo? -¿Cómo puedes comparar tu pozo con el mar? Te digo que el mar es excepcionalmente grande, descomunal. Pero la rana del pozo, fuera de sí por la ira, gritó: -Mentira, no puede haber nada más grande que mi pozo; ¡nada! ¡Eres una mentirosa y ahora mismo te echaré de aquí.
Con frecuencia Dios, por sus profetas, invitó a Israel a revisar su estilo de vida para hacer los necesarios reajustes que exigía la alianza solemnemente pactada. La Palabra de Dios sigue invitándonos a cambiar para bien, y nos motiva con sabiduría a dar pasos de crecimiento espiritual. Ábrete a su mensaje y aprovecha su fuerza renovadora.
P. Natalio
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