Se dice que existen tres ópticas de uno mismo: cómo te ven los demás, cómo te ves a ti mismo y cómo realmente eres. Y por alguna curiosa razón consideramos más importantes las dos primeras. Pero al final descubrimos que no somos lo que algunos piensan de nosotros, y ni siquiera somos la imagen que nos devuelve el espejo. Dios puede usarnos cuando descubrimos como realmente somos!
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