El amor sano se expresa en libertad,
sin ataduras de ningún tipo.
Se expresa sin tantos razonamientos,
ni dudas.
El amor sano enseña al otro
para que no necesite ayuda.
Siembra sonrisas
para que este presente la alegría.
Siembra palabras de aliento
para que nunca falte la serenidad.
Pero sobre todo,
hace a Dios cómplice de la felicidad.
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