Nadie, nunca, está completamente solo; y tú tampoco, porque Dios estará siempre allí para ti. Aunque tu familia te de la espalda, tus amigos se alejen, tus posesiones desaparezcan y tus enemigos se burlen de ti, Dios seguirá firme a tu lado; tu vida estará bajo su cuidado y poder. Él continuará siendo tu Dios y tú continuarás siendo su hijo. Si sufres pérdidas y dolor, y clamas a Dios pero no llega su respuesta, no te apresures en pensar que Él también se ha ido, porque eso es algo que jamás sucederá. Dios tiene todo bajo su control, permite que las cosas sucedan por una razón y para algo en particular; quizá tienes una lección que aprender, una actitud que cambiar, una cualidad que desarrollar, una renovación de fe que hacer. Nadie, nunca, está completamente solo; porque si a pesar de todo lo que te sucede y de no llegar una respuesta inmediata por parte de Dios, sigues confiando en Él, esperando, con la esperanza de salir adelante, su compañía no te faltará y su respuesta no tardará en llegar a ti.
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