Señor, ilumina mis ojos con Tu verdadera luz a fin de que el sueño eterno no los cierre. Mientras el Señor está conmigo, no temeré en absoluto la maldad de mis enemigos. Oh señor, consérvame, ayúdame, sálvame. Que la sola pronunciación de Tu nombre, toda rodilla se doblegue, en el cielo, la tierra y en los infiernos. Sé, sin lugar a dudas, Señor, que en cuanto te invoque, en cualquier día y a cualquier hora, estaré salvado. ¡Así sea!.
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