¡Señor! Dulce sea Tu nombre. Nombre que fortalece el corazón del hombre; nombre de vida, de salvación y de alegría, precioso nombre, glorioso y agradable; nombre que fortifica al pecador; nombre que salva, conduce, gobierna y lo conserva todo; que te agrade, Señor, por la fuerza de este mismo nombre. Ilumíname a mí, que estoy ciego; a mí que estoy sordo, disipa mi sordera; lévantame, a mí que estoy cojo; devuélveme el habla, a mí que estoy mudo; a mí, que soy pecador, dame salud; devuélveme la vida, con el fin de que estando siempre en ti, alabándote, honrándote porque toda alabanza te es debida ya que eres el único digno de gloria. ¡Así sea!.
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