Librame, Señor, de todos los males, pasados, presentes y futuros, tanto del alma como del cuerpo; dame, por tu bondad la paz y la salud. Concédemelas durante toda mi vida, a fin de que con la ayuda de tu misericordia no tenga nunca que temer ningún transtorno. Que la paz del Señor esté siempre conmigo. Que tu paz celestial, Señor, permanezca siempre entre yo y mis enemigos, tanto visibles como invisibles. Que la paz del Señor me ayude y me proteja en mi alma y en mi cuerpo.¡Asi sea!
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