A veces nos preguntamos por qué la felicidad tarda tanto en llegar, por qué no vino antes, pero si nos aparece de repente, como en este caso, cuando ya no las esperábamos, entonces lo más probable es que no sepamos que hacer con ella, y la cuestión no es tanto elegir entre reír y llorar, es la secreta angustia de pensar que tal vez no consigamos estar a su altura.
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