Rodeate de todo aquello que amas
y te hace feliz.
Haz de cada día una celebración,
sin prisas y sin lamentaciones.
Rodeate de aquellas personas sanas
que te permitan descubrir
lo excepcional que es la risa.
Descubre la bendición
que esconde cada día que vives
y que Dios te ha favorecido.
Aprovecha cada instante
el milagro de vida
que te esta otorgado.
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