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lunes, 10 de marzo de 2014

Bendito sean los que tienen la mano para ayudar

Benditos sean los que tienden la mano para ayudar,
los que intentan comprender,
los que anhelan compartir.
Benditos sean lo que para dar su opinión
no necesitan subirse a ningún podio,
los que se hacen tiempo para escuchar
y los que saben que siempre hay algo por aprender.
Benditos sean aquellos que tratan de pulir y de borrar sus mezquindades
y no simplemente de ocultarlas.
Benditos sean los buenos amigos
y el culto a la amistad.
Benditos sean los que llenan las noches de filosofía,
los que riegan los caminos hacia la utopía con batallas épicas
y los que a cada historia de amor la cargan de locuras.
Benditos sean los que disfrutan del sol y de la luna,
del cielo abierto y de la noche cerrada,
de escalar la montaña y de zambullirse en el mar.
Benditos sean los que pueden eludir la costra y ver la esencia,
los que pueden gozar de la poesía que tiene este mundo maravilloso.
Benditos sean los que no abandonan sus principios
ni sus raíces, pero que no se cierran a los cambios
ni renuncian a intentar volar.
Benditos sean los que sueñan despiertos,
sobre todo si sueñan mejorar el mundo que los rodea,
y benditos los que del sueño saltan a la acción.
Benditos los que leen lo que otros escriben,
los que escuchan atentamente
a quienes tienen necesidad de hablar y los que pierden,
a conciencia, para que gane un ser querido.
Benditos sean los que odian el egoísmo,
el dolor, y la apatía ante la injusticia.
Benditos sean los que creen que nunca se llega
al ideal pero luchan con pasión infatigable
por sus ideales.
Benditos sean los que entienden que el amanecer
en la playa, el pan recién horneado,
la música y las caricias son partes de una fiesta que merecemos todos.
Benditos sean los que piden perdón,
los que dicen gracias y los que no se olvidan de decir por favor.
Benditos sean los que aspiran que el mundo tenga lugar suficiente
tanto para la hormiga laboriosa como para la cigarra,
con su tan necesario arte.
Benditos sean los que quieren abolir las quejas,
los que quieren que asciendan mucho los de abajo
y desciendan un poco los de arriba,
benditos los que quieren que la muerte muera.
Benditos sean los que no subsisten sollozando,
mientras esperan el milagro,
sino que se proponen forjar algo milagroso.
Benditos sean los que se arriesgan
por las causas perdidas, por conquistar corazones
y por el bien de los amigos.
Benditos sean los que se arriesgan a mostrar sus sentimientos toda la vida.

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