Si se sienten incómodos con tu presencia, es porque conocen el brillo de tu persona, saben de tu fuerza, envidian tu carácter y temen que otros vean que el brillo de tu alma es superior al de ellos. No es la apariencia, es la esencia. No es el dinero, es la educación. No es la ropa, es la actitud. La ignorancia genera envidia que es sinónimo de incapacidad; es la falta de esa presencia divina en su corazón.
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