A ti, Señor, presento mi afán;
en ti, mi Dios, confío, no quede defraudado.
Indícame tus caminos, Señor; enséñame tus sendas;
encamíname fielmente, enséñame,
tú eres mi Dios y Salvador, en ti espero siempre.
Recuerda, Señor, que tu ternura y tu lealtad son eternas.
El Señor es bueno y recto
y enseña el camino a los pecadores;
encamina a los humildes por la rectitud,
enseña a los humildes su camino;
las sendas del Señor son la lealtad y la fidelidad
para los que guardan su alianza y sus mandatos.

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