Aprendí que nada justifica mis enojos
que una rabieta, una bronca, o un simple desagrado
tiene senderos cerrados en un corazón equilibrado
Aprendí a respetar al que está equivocado
sabiendo que su concepción es su verdad,
que merece ser escuchado
Que a mi arrogancia infinita,
mi soberbia interminable
mi orgullo insoportable
tuvieron su límite infranqueable
cuando decidí terminar
con mi deleznable manía
de ser dueñ@ de absolutas verdades
Por eso, en el derrotero de mi aprendizaje...
Hoy decido abrazarme a la virtuosa majestad
de la humildad...
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