Cuenta la historia que tres hermosas princesas se paseaban por el jardín del palacio preguntándose cual de las tres tendría las manos más hermosas. Se acercó a ellas una joven pordiosera pidiendo una limosna. Sólo una de las tres princesas sintió compasión y acercándose a ella, abrió su bolso, y dándole unas monedas le dijo: "¡JESÚS te ama! DIOS vaya contigo". Cuenta la leyenda, que en ese momento, la mendiga se transformó en un ángel y les dijo: "Las manos más hermosas son aquellas que están dispuestas a bendecir y ayudar a sus semejantes". Hijo mío, las manos más hermosas son aquellas que más se parecen a las mismas manos de DIOS que nunca resta ni divide las copiosas bendiciones que nos da, sino que las multiplica. Orando siempre por ustedes.
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