Bienvenidos

Has llegado a nuestro rinconcito especial en dónde encontrarás pensamientos, reflexiones, tarjetas y mucho más, acompáñanos y disfruta de nuestro espacio hecho con mucho cariño para tí...esperamos que sea de su agrado.

jueves, 3 de abril de 2014

El pescador solitario era un hombre de Dios.

El pescador solitario era un hombre de Dios. 

Un día tuvo la audacia de pedir al Señor un signo de su presencia y de su compañía: Señor, hazme ver que tú siempre estás conmigo.

Dame el don de experimentar que me amas; y el gozo de saber que caminas conmigo…

Cuando reemprendía el camino que le conducía nuevamente a su casa, observó con asombro que junto a las huellas de sus pies descalzos había otras cercanas y visibles.

Mira le dijo el Señor, ahí tienes la prueba de que camino a tu lado. 

Esas pisadas tan cercanas a las tuyas son las huellas de mis pies.
Tú no me has visto, pero yo caminaba a tu lado.

La alegría que tuvo fue inmensa. 

Pero no siempre fue así. 

Vinieron días de tormenta y de frío. 

Caminaba taciturno por la playa. 

Volvió sobre sus pasos y observó que, esta vez en la arena, sólo había huella de dos pies descalzos.

Señor, has caminado conmigo cuando estaba alegre. 

Ahora que el desánimo y el cansancio hacen mella en mi vida me has dejado solo. ¿ Dónde estas ahora?

Amigo, cuando estabas bien, yo caminaba a tu lado.

Pudiste ver mis huellas en la arena; ahora que estás cansado y abatido, he preferido llevarte en mis brazos… las pisadas que ves en la arena son las mías marcadas por el peso de tu propio cansancio!

No hay comentarios:

Publicar un comentario